Episodio 12. Brujería.

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—Niko. Niko. ¿Me oyes? Despierta.

La insistente voz provenía de un lugar recóndito y lejano, pero como tenía algo de familiar se obligó a prestar más atención abriéndose paso entre las brumas de la densa oscuridad que la amarraba.

—¿Me oyes? Despierta, soldado. Niko, por favor.

Reconoció aquella llamada a pesar de la eterna distancia y el intenso dolor que sentía por todo su cuerpo. Intentó moverse, pero la oscuridad que la aplastaba era densa y pesada. Rebuscó en su interior y encontró unas pocas fuerzas valerosas que le ayudaron a emerger con urgencia hasta la superficie bañada en luz y calor.

—Capitán.

—Eso es, soldado. Soy yo, el viejo Zachary. Cómo me alegro de escucharte. Venga muchacha, arriba. Ha sido un viaje movido, pero hemos sobrevivido gracias a ti. Eres una ranger de los pies a la cabeza.

—¿Ha acabado la batalla?

—Eso es, Niko. Hemos derrotado al brujo Mogul. Basoot vuelve a ser un planeta libre y sus gentes no vivirán más bajo el yugo de ese ser maligno.

—Me duele la cabeza, capitán.

—El choque psíquico ha sido terrible, chica. Nos has despeinado a todos. Vamos, apoya la espalda contra la columna. En un minuto estará aquí Zozo con sus hierbas mágicas para recomponerte.

—Gracias, capitán. Ha sido horrible. Creo que hemos tenido suerte.

—¿Suerte?

—Las piedras estrella del brujo estaban muy debilitadas, capitán. El contacto con el oxígeno oxida sus propiedades y dudo que él tuviera conocimiento de ello. Pero me preocupa lo que he visto en su mente, capitán. No sé ni cómo describirlo.

—La verdad es que no parecía un ser demasiado cuerdo.

—No me refiero a eso. Ha sido, ha sido…

—Vamos; olvídate de todo. El capullo está frito. Creo que hasta se ha cagado encima. Vaya final para un supuesto mago.

—Está vivo, creo. Lo que vemos es una ilusión, capitán. Puedo sentir su flujo de energía en alguna parte.

—¿Ilusión? —Zach desenfundó su arma y disparó dos veces al cuerpo tirado del brujo. El cadáver se desplazó unos centímetros por el suelo debido a los impactos—. Pero si no queda nada de él.

—Fíjate bien, capitán —advirtió Niko.

El capitán Foxx volvió a mirar al cadáver del suelo. Se acercó hasta él y se agachó junto al brujo. Súbitamente, los ricos ropajes se evaporaron y la figura encogió un poco hasta adquirir una constitución menos robusta y alta. Foxx parpadeó un par de veces extrañado y tocó el cadáver con la punta del revólver. Constató que efectivamente aquel ser no era el brujo; ante él yacía el cadáver agujereado de otra persona con la carne abierta, quemada y humeante por los disparos del capitán.

—¡Que me aspen! ¿Pero qué clase de magia es esta?

—Creo que ha usado un truco con nosotros, capitán. Sé que está gravemente herido en alguna parte, pero no ha muerto. Ese tipo del suelo probablemente sea un desgraciado sirviente del brujo. Todo ha sido muy confuso.

—Doc y Ganso —gritó el capitán—. Registramos hasta el último recodo de esta pocilga. El brujo sigue coleando por aquí. Llevaos a Buzzwang. Embajador Zozo, por favor deje de jugar con esos objetos; no sabemos si son peligrosos. Venga aquí, por favor y ayude a Niko con sus artes curativas.

—A la orden, capitán —contestó Zozo. Avanzó por el salón hasta llegar a ellos. Su pelaje estaba algo chamuscado y tenía trazos manchados de hollín debido a los cócteles incendiarios y las granadas lanzadas durante la dura batalla en la toma de la fortaleza—. Ha sido una buena pelea, Niko. Casi me quedo sordo con la explosión psíquica. Y creo que a Buzzwang le ha explotado un globo ocular con la tensión liberada.

Doc y Gooseman se adentraron por una habitación contigua al salón en el que había transcurrido la batalla psíquica con el brujo. Un profundo pasillo perforado en la piedra doy paso a otra enorme sala llena de tapices y cuadros pintados a mano de distintas culturas con aspecto de antiguos. El lugar estaba tenuemente iluminado por unas luces en las esquinas que apenas aportaban luz suficiente para caminar sin tropezar. Ni Doc ni Goose repararon en el arte y se limitaron a buscar con cuidadosa atención por todos los rincones.

—Un brujo en el llamado Sector Brujo —dijo Doc socarronamente—. ¿Quién iba a imaginarlo?

—Todos los llamados brujos del sector se han extinguido —explicó Gooseman—. Supongo que ese de ahí no se ha enterado.

—Nos ha dado duro, hay que reconocerlo. Mira a la pobre Niko está destrozada.

—Lo pagará caro, te lo aseguro.

—Claro que sí, gansito. Seguro que no le va a quedar ni un orificio sano.

—¿Es el bigote lo que te da ese aire de pervertido?

—Tengamos la fiesta en paz, Goose. Respeta el bigote y yo respetaré ese rubio oxigenado de tu pelo graso. Mierda ¿Qué es eso?

—Eso, amigo Doc, si no me equivoco es un maestro esclavo de la Reina.

—¿Qué le ha pasado? Parece una pasa. ¿Habías visto alguna vez alguno sin máscara?

—No, la verdad es que no.

—No te acerques. A saber qué bacterias porta esa cosa.

—Sólo es un cadáver, Doc. Mírale: muerto y acabado. Parece casi humano.

—La cuestión es saber qué hace una cosa de estas aquí. Seguro que no ha venido de visita cordial. Mira su cristal, está fragmentado y resquebrajado, a duras penas conserva su forma original.

—¿El brujo y la Reina trabajando juntos? Esta puede ser una línea interesante de investigación.

—Sí, pero trabajando en qué. ¿Entrenando en la desactivación de bombas? Sus ropajes están raídos y las heridas de sus ojos son horribles.

—Se los ha intentado arrancar; mira sus uñas.

—Joder.

—Por los cortes en la túnica manchados de sangre agrupados en un lado de su cuerpo, diría que también el tipo se ha apuñalado repetidas veces.

—Tienes razón: ahí tirado hay un puñal ensangrentado.

—Este sitio da escalofríos.

—Y que lo digas. ¿Qué rayos ha ocurrido aquí?

Una corriente heladora barrió la sala. Instintivamente los rangers levantaron sus armas y miraron hacia todos lados. Sus ojos se concentraron en una de las paredes del salón. Estaba cubierta de arriba a abajo por cuadros y representaciones de distintos tamaños y formas multidimensionales.

—Voy a avisar al capitán. Vigila a este tipo, Doc.

—¿Me quedo aquí solo? Ni hablar, chaval.

—No seas neurótico, Doc. El tipo no va a revivir. En un minuto vuelvo con la caballería. Procura no orinarte encima antes de que volvamos.

—Eso es, vete. Déjame aquí y avisa personalmente a los demás porque tu carísimo intercomunicador implantado seguro que no funciona aquí dentro. No te jode.

—Ánimo, Doc —se despidió Goose al salir por el pasillo y desaparecer engullido por la oscuridad.

Doc miró de nuevo a la extraña pared repleta de pinturas. Prestó más atención y examinó los cuadros con detenimiento; más como distracción que por verdadero interés. Un imponente silencio se apoderó de la sala y el ranger sintió cierto escalofrío en la espalda. Intentó concentrarse de nuevo en las pinturas y llegó a una conclusión tras su examen: todas representaban a la misma gente de diferentes maneras. Probablemente aquellas pinturas fueran alabanzas hacia las hazañas de algunos seres en concreto, pero no pudo identificarlos. Se hizo una nota mental para pedir consejo a Niko y sus conocimientos sobre culturas antiguas.

De repente, Doc creyó oír algo desde el otro lado del muro. Era un susurro, tal vez un grito muy lejano lanzado al espacio vacío y solitario. Un ahogado suspiro, una profunda respiración, un inconsolable llanto. Voces, más voces, millones de voces elevándose unas por encima de otras en un coro caótico convertidas en sonidos guturales primarios inasumibles por mentes racionales. Retorcidas y ambiguas exclamaciones gritando a la vez tan desgarradoramente que parecían desesperadas. Doc agarró con firmeza su escopeta de tiple boca preparado para apretar el gatillo al menor indicio. el escalofrío de su espalda se convirtió en un latigazo helado que recorrió su columna vertebral. Activó el sistema de disparo simultáneo de su escopeta: sufrir el impacto tres cartuchos de postas incendiarias le bajarían los humos a cualquiera. Se preguntó dónde estarían los demás y por qué tardaban tanto en venir, pero no se dejó dominar por el correoso miedo que solía tomar el control en aquellos casos en la gente corriente. Notó que la temperatura de la habitación descendía con rapidez; un frío cortante y seco que entumeció sus articulaciones. Súbitamente se hizo un silencio tan vasto que Doc escuchó vivamente sus propios biorritmos internos. Nada se movió. No había susurros. Ni rastro de las voces. Miró en todas direcciones y clavó sus ojos en el cadáver del maestro.

—Venga, cabrón. Alégrame el día.

Nada ocurrió.

Goose regresó con el capitán y Buzzwang. Cuando entraron en la habitación, Doc tuvo la sensación de regresar de un espeso sueño. Escuchó en la lejanía los comentarios socarrones de sus compañeros, pero no prestó atención alguna. Se marchó de la habitación buscando a Niko. Su mente trabajaba repasando todo lo que había vivido en aquel lugar. Se dijo a sí mismo que se había dejado llevar por irracionales temores infantiles. Se limpió el sudor de la frente y se sentó frente a su compañera, que seguía algo aturdida tras la batalla.

Miró a los ojos de Niko y el latigazo que había sentido en la espalda regresó junto con las voces. Tras un pequeño instante comprendió que jamás podría deshacerse de aquellas voces. Una terrible debilidad y soledad se apoderó de él y no pudo tener al miedo bajo control por más tiempo.

—¿Qué has visto, Niko? —preguntó con labios temblorosos.

—Vamos a morir todos —se limitó a contestar la patrullera, y en ese instante cerró los ojos sometida al poder de las hierbas curativas administradas por Zozo. La oscuridad la envolvió y se concentró con todas sus fuerzas en no soñar. Lo deseó; de verdad que lo intentó, pero por primera vez un muchos años su mente no obedeció.

Libre interpretación de The Adventures of the Galaxy Rangers

En el año 2086, dos pacíficos extraterrestres viajaron a la Tierra buscando nuestra ayuda. En agradecimiento, nos dieron los planos del primer hiper impulsor, lo que permitió a la humanidad abrir los caminos a las estrellas. Así se reunió después un equipo selecto que protegería a la Alianza planetaria; exploradores valerosos, devotos de los más altos ideales de justicia, y dedicados a preservar ley y orden en la nueva frontera.